Inmediatez, personalización y eficacia son las principales virtudes que el usuario pretende encontrar. A raíz de esto, la publicidad tradicional se ha transformado en dinámica y la cartelería estática se ha convertido en digital.
Inmediatez, personalización y eficacia son las principales virtudes que todo usuario pretende encontrar ante cada experiencia de consumo. A raíz de esto, la publicidad tradicional se ha transformado en dinámica y la cartelería estática se ha convertido en digital.
El Digital Signage, nombre que toma esta nueva metodología de comunicación, permite captar y fidelizar a los potenciales clientes, optimizar los tiempos de espera y la identificación instantánea con los contenidos emitidos por las empresas. En consecuencia, el resultado reflejará entonces un incremento en la capacidad de venta de los diferentes productos.
Los potenciales clientes encuentran en estas tecnologías un servicio completo donde los contenidos se adecuan no solo al interés promocional de la empresa, sino también a sus necesidades.
Estudios realizados en diferentes países de Europa estiman que una persona dedica un 60% más de atención a estas pantallas que a sus antecesores estáticos, con lo cual se mejora en un 30% aproximadamente la satisfacción del cliente, ya que estas tecnologías se asocian con modernidad, transparencia y adaptación a los nuevos tiempos. Se calcula, además, que un 12% de los consumidores expresan un mayor interés y un incremento en la motivación gracias a la cartelería digital acorde a los diferentes ámbitos. Estos porcentajes favorables dan como resultado final el aumento de casi un 20% en las ventas.
Incluso, al tratarse de una tecnología “madura” y en plena expansión, los costos asociados a su implementación se encuentran al alcance tanto de empresas (sin importar su tamaño) como de comercios.
Es necesario mencionar que para optimizar la realización de contenidos y campañas publicitarias es un requisito ineludible contar con el asesoramiento de profesionales especializados, ya que muchas veces no es tan importante qué se dice o muestra, sino cómo se dice, permitiendo que los usuarios pasen de ser meros espectadores a participantes indiscutibles de su propia experiencia de consumo.